jueves, 3 de junio de 2010

Memorias de una manflora

Por: Lentejuelas


Claro¡ en esta vida alguien tiene que tener la culpa… así empiezo nuevamente mis memorias.

Anteriormente había escrito sobre mi primera experiencia en un antro gay, pero gracias a Pelucas por no estar en un momento de mi debilidad; mis demonios hicieron que me levantara una madrugada a borrar mis impresiones. Solo espero volver a plasmarlos lo mejor que se pueda.

Mi andar fuera del closet no ha sido fácil, como toda mujer lesbiana que se topa con la incomprensión de la familia y de la gente, he aprendido a levantarme una y otra vez a pesar de los comentarios absurdos, de la ignorancia y de los mitos.
Romper con lo anterior, es solo atreverse; experimentar, probarlo y si nos gusta, repetirlo cuantas veces sea lo necesario.
Todo lo que nos haga feliz, es bienvenido, todo lo que nos haga infeliz; hay que desecharlo, descartarlo, tirarlo, eliminarlo, depurarlo… (Inspiración de Adela Micha, quien dice miles de sinónimos).
Si bien toco el tema de la felicidad, es porque hoy recordé una frase, no sé quien me lo dijo exactamente, si un psicólogo, psiquiatra, vecino, amigo, familia o Dios; pero el caso es que nosotros venimos a este mundo a ser felices, a vivir y a compartir con los seres humanos este espacio que solo una vez nos toca estar. Es por ello que de nosotros dependerá como llevar nuestra vida.



Hace unos meses, para ser precisos en vacaciones de Semana Santa, emprendí un viaje que se había vuelto más que un compromiso, un reto. Y es que debo de confesar que tenía terror iniciar un viaje en el que sabía que me toparía con una situación, que se había convertido en mí; en un repelente total.
Asistir a un antro gay, era: Una aceptación dentro de mi proceso de ser lesbiana. Sé muy bien que quien lea esto y sea una chica lesbiana, se reirá o se sorprenderá; que algo tan sencillo para mi sea algo catastrófico, en su momento, a claro.

Volviendo a lo del viaje, creo que me tomé como cinco años en decir VOY, SI VOY. El día llegó, la hora llegó y yo llegué aquél antro gay, uno donde curiosamente ves unos unicornios desde la carretera de la hermana ciudad de Mérida, Yucatán.

Escondiendo mis achaques de ansiedad, los cuales no fueron tan severos. ¡Ahora caigo! Se podría decir que el cuerpo lo pedía, era el momento indicado, estaba preparada para la gran prueba que hoy en día superé.



Entré a la disco, pagué mi cover, y como buena platicadora, crucé algunas palabras con el cajero, miré hacia atrás y solo vi a mis amigas, no lograba ver más allá, mi vista no respondía a la ambientación, solo distinguí una mesa con una venta de ropa, una puerta de cristal, y a la derecha, un par de nalgas al aire, las cuales solo dejaban ver un pequeño triangulo; un trozo de tela verde fluorescente.
El mesero me preguntó directamente que mesa quería, no sabía que decir, solo pensé: Soy nueva en esto. Sugerí que las amigas decidieran.

Nos sentamos al final de la pasarela, de lado izquierdo. Realmente estuvo excelente la ubicación. Después verán porque.
La noche empezó con una gorda travesti, la cual tenía un fino vocabulario y unas ocurrencias que disfrutamos todos al escucharla.
La pasarela se engalanó con la presencia de todos los chicos gays, que desfilaron modelando la línea de trajes de baño. Nos entretuvimos viendo seriamente, empezando por mí. Me cohibía un poco verlos con diminuta ropa. Algunos guapos y otros no tanto, unos con un buen paquete y otros que daban risa. ¿Por qué el feo es el que se siente el más guapo?, buena pregunta.
Para continuar la velada en aquel antro donde las paredes ardían y no porque se quemaran, sino porque estaban en tonos rojos, inicio la variedad, el show de travestis que imitaban a las mejores cantantes nacionales e internacionales.

En el escenario vimos desde “Thalía”, hasta unas cantantes que ni conocía, supongo porque no eran de mi época. Pero lo que si me recuerdo, es que para cerrar el espectáculo nuevamente la gorda travesti salió imitando a Lorena Herrera””, cantando “Tu Divina Tentación”, con dos hombres que eran sus perros. Ella de lo más sexy y los perritos mansos y flacos; como si fueran de la calle.
Después de ese cierre fenomenal, dio comienzo la noche con los estreapers.

Los mejores hombres de la pasarela, los cuales le hacían de todo en aquel lugar. Estos caballeros después de montar una coreografía, poco a poco se fueron quitando la ropa.

Ahora recuerdo, es como si estuviera ahí, (risas) mirar al hombre más guapo de todos esos, despojándose cachondamente de su ropa al ritmo de una música candente. Bailaba, se meneaba, se tocaba, y de pronto el estreaper tomó la mano de una mujer, de esas que te preguntas y qué diablos hace aquí; la jaló para que le tocará su “herramienta”, claro, aún él estaba vestido.
Pero lo que más me sorprendió fue que al quedar desnudo, se acercó nuevamente a aquella mujer, e hizo que lo tocara. En ese momento pelé los ojos al ver eso.
No era la única que estaba así con los ojos pelones y con la seriedad andando, de reojo miraba a todos los asistentes, y tenían la misma cara de seriedad.
Uno de los trasvestis anunció con bombo y platillo que daba inicio la música, y todos corrieron a la pista, ahí desde mi silla observé todo; como los hombres bailaban y daban sus mejores pasos coreográficos, se desbarataban en la pista, nadie quería quedar atrás.
Hombres con hombres, mujeres con mujeres, y combinado, pues cabe destacar que en este antro podría ver heteros, medio heteros, y al que le salía su jotita con varias cervezas.
Lo anterior, es porque así llegó una chica, justamente se sentó a un costado mío, pero en otra mesa, la cual llegó mentando madres de los homosexuales, ni para que repetirlos, pues a pesar de que estaba casi a mi lado, no me percaté de lo dijo, sino mis amigas, ah¡ que buen oído.

El caso es que la muchachita, al final de varias copas, se convirtió en la chica mas varonil que cortejaba a otra mujer, del otro lado de la pista, o sea, enfrente de mi mesa. Por lo que veo, fue el mejor lugar que pudieron haberme dado.
Bailaban sin cansarse, apachurraron sus cuerpos hasta que de pronto se soltaron, y de lo más equis se fue cada una por su lado.
En ese momento yo estaba acompañada de otra chica, la cual ni volteaba a ver, raro en mí, porque siempre platico sin parar, pero en esta ocasión me limité a observar y analizar el comportamiento del ser humano gay; a los de nuestra especie.
Los caballeros, aquellos que demuestran su hombría ante cualquiera, en esa pista se perdían con aquellos pasos de baile en los que sostenían fuertemente a su machito. Bien por ellos.

Era tan buena la música, que una de mis amigas me llamó, yo no quería moverme de mi lugar; solo quería echar mi taco de ojo; pero el taco de ojo se convirtió en taquería, pues al decidirme a moverme le pregunté a mi amiga que es lo que quería, y me dijo, mira, voltee y vi que la parte trasera del escenario había gente acercándose y algunas tomándose fotos, no distinguía, y el chiste era que era una regadera con cristal, donde el chico más guapo se estaba “bañando”. Después de que terminó su “baño”, acto seguido, entra el joven menos agraciado y todos se quitaron de ese espacio. Hasta corrieron. (risas).
La noche continuaba con más sorpresas, invité a la chica a bailar, bailamos y nos sentamos después de un rato, ahora el suceso era a un costado, a mi izquierda en la parte trasera, en donde se encontraban un par de chicas lesbianas. Dios que hermosa era una de ellas. Aun la tengo en mi mente. No dejaba de verlas. Ellas se abrazaban, prácticamente fajaban; no lo describiré. Lo guardo en mi mente. Solo diré que ella sensualmente se despejaba y le bailaba a su chica.
No les digo, que tenía el mejor lugar. Nuevamente nos paramos a bailar, la compañera lo sugirió, y no quería ser descortés aparte la música era de lo mejor.

Cuando regresamos nos sentamos en un par de bancos, para mirar desde otra perspectiva. La chica que se convirtió chico después de unas copas, hacia un sinfín de malabares, osea eso ya no era un baile, bueno sí lo era; bailaba de repente una mezcla de sensualidad y otra muy sexual, pero lo mejor del caso, es que bailaba para mí, o para ella, o sea la compañera. No lo podía creer. Era una situación de locos ese antro.

Me cohibía de repente y volteaba a otros lados, y en aquel lado, derecho, había otro par de chicas, fajando, puro fajar.
Haciendo un recuentro de aquel lugar, ahí sentada a un costado de la pasarela donde el rojo prevalecía hasta en las paredes, concluyo que en ese momento descubrí, que si así era el infierno, que divertido es. (PARA AQUELLOS QUE NOS DICEN QUE NO IREMOS AL CIELO).

3 comentarios:

  1. hola Shaloncita, y que es lo que "dije" que más te gustó de esta memorias... gracias espero tener pronto más experiencias para poder publicarlas... te invito a que cheques más abajo y encontrarás más articulos que Pelucas y yo (lentejuelas) escribimos con mucho animo... Asimismo, te invitamos a que resuelvas el Gaynometro... te divertirás...Saludos...

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  2. oa nena y entonces sera que me recomiendes una disco gay en merida de las mas cachondas

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